cont… ¿Qué nos espera?

Sin ser intencional, sino mi constante reacción a los medios, no me queda más que continuar con el mismo título anterior… 

En una sociedad que inventa programas como Homemade (Hecho en casa) de Channel 4, que invita al público a enviarles videos para su transmisión (y ojalá fueran de animales bebiendo del inodoro o gatos saltando por el aire) y que varían entre chicos haciendo playback (incluida una chica con una banana en la mano) o un imbécil haciendo rebotar monedas sobre una mesa para que caigan en una taza a 10 cm de distancia (mientras un grupo de amigos tan imbéciles o más que él lo aplauden) o un par de tilingos que detrás de una cámara que apunta a un bulevar comentan sobre la ropa de la gente que pasa y «de paso» se burlan cobardemente de una anciana que claramente lleva debajo de los pantalones pañales por incontinencia, ¿habría una relación entre esto y la calidad de los libros en las librerías? . Dejaría la estupidez al ámbito del blog (donde naturalmente prospera), pero ahora la televisión se da el lujo de usar minutos millonarios para semejante basura, instigando la nulidad, la ignorancia, la sin razón. Seguir educando para el sin sentido de mano de la insensatez, dos hermanos hueros que nos siguen acompañando y cuyos genes se reproducen en progresión cuántica. Si pudiera dialogar con Alberto Manguel que publicó un artículo interesante en Cultura de El País del sábado cuando dice: “Las calidades que tiene la tecnología, por razones económicas, son las que nuestra sociedad pone por delante. Hace cincuenta años la biblioteca estaba en el centro de la sociedad, nadie discutía que leer era importante, pero el capitalismo salvaje actual no puede permitirse un consumidor lento. La literatura, en cambio, requiere lentitud, requiere que te detengas, que reflexiones…” Y aquí es donde tengo que interrumpir al señor Manguel. No es el tiempo o la falta de él, la premura de la venta, sino el volumen y la calidad de la literatura. La discrepancia está entre la cantidad (¡77.000 títulos en 2005! según El País) y la calidad de los libros, no entre la biblioteca y la tecnología, ni el tiempo que nos quita el capitalismo…Ojalá la literatura de hoy requiriera reflexión (con sus excepciones claro). El problema no es que la biblioteca no sea el centro de la sociedad, sino que el nivel del material ya sea en la biblioteca, el DVD, el espacio virtual, la red, o el espacio sideral, no tiene qué preguntar ni qué Decir. No creo que Borges dejaría de publicar un nuevo libro si pudiera escribirlo, como dice Manguel. Por el contrario, siendo ésta la época de la celebridad y por lo tanto el mercado del autor, Borges no tendría problema de edición. La pregunta es si todo lo que los célebres autores publican año a año tiene valor o algo que decir. Así como la gente se tira a la calle a las cuatro de la mañana al abrirse las puertas de Harrods o Selfridges el primer día de las rebajas del año, vende la celebridad, el autor, no el libro ni la originalidad. Hay que comprar marcas conocidas y también autores conocidos, y si es en las rebajas mejor. Ojalá leer también fuera un acto de rebeldía…ya que lo que la gente lee es mejor mirarlo por televisión. Por lo menos tal vez pueda encontrarse originalidad en la fotografía o la edición. “Las razones misteriosas” de las que habla Manguel por las que se da el Amor por la lectura son menos misteriosas o menos místicas de lo que él asevera. Son las razones de la cultura y de la educación. ¡Claro que se enseña a la leer! La poesía está en otra parte.
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