Una de las pensadoras más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Filósofa española que funda un estilo y forma de expresión metafísica. Estilo que constituye una pauta fundamental para la cultura, con la imaginación poética como herramienta para entender la realidad.
María Zambrano fecunda la palabra para dar a luz a la realidad, quebrando la rigidez del racionalismo en manos de la ideología patriarcal.
María Zambrano nació en Málaga, donde sólo vivió hasta los tres años, cuando su padre, maestro de escuela, trasladó a su familia a Jaén. Más tarde la familia se mudó a Segovia, donde María cursó sus estudios secundarios.
María estudió filosofía en Madrid con profesores como Zubiri y Ortega y Gasset. Durante sus años universitarios participó en manifestaciones estudiantiles y escribió para varios periódicos. Más tarde trabajó como profesora de metafísica en la universidad de Madrid.
En 1932, comenzó a colaborar con la Revista de Occidente. Luego, en Cruz y Raya y Hora de España. Tuvo amistad con Bergamín, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Miguel Hernández y otros escritores de renombre.
En 1936 se casó con Alfonso Rodríguez Aldave, secretario de la embajada española en Santiago de Chile. Luego de una primera visita a La Habana, regresó a España para colaborar con la República. Al fracasar la causa, en 1939 María se exilió en México y trabajó como profesora universitaria. Entabló amistad con Octavio Paz y León Felipe. Luego regresó a La Habana también para dar clases en la universidad.
En 1942 trabajó como profesora universitaria en Puerto Rico y empezó a forjar lo que llamó la “razón poética”, una razón que sigue la recepción vital de los hechos que luego se elaboran en palabras que los hace nacer. Lo que María llamó la “sabiduría del alma”.
En 1946 se encontró en París con su hermana, que habiendo sido torturada por los nazis no lograba recobrar la salud mental. María no volvió a dejarla hasta su muerte. En París conoció a Albert Camus.
En 1948 se separó de su marido y regresó a La Habana acompañada de su hermana. Allí vivieron hasta 1953 en que viajaron a Roma, donde escribió algunas de sus obras más importantes como El hombre y lo divino (1955), Los sueños y el tiempo, Persona y democracia. En 1964 fue deportada de Roma por la denuncia de un vecino fascista por “tener demasiados gatos en su departamento”. De allí fue a Suiza donde falleció su hermana en 1972. Entonces escribió Claros del bosque (1977) y empezó De la aurora, en los que se percibe un cambio hacia un pensamiento místico, y comenzó a ser reconocida en España.
Su trabajo refleja sus creencias de que los problemas filosóficos no son apenas dificultades técnicas, sino más misteriosas y simbólicas. La suya es una razón indagadora, hasta la duda.
Sólo en 1981 se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias. Finalmente regresó a España en 1984, luego de cuarenta y cinco años de exilio. A su regreso, su actividad intelectual fue infatigable. En 1987 se inauguró la fundación en Málaga que lleva su nombre. En 1988 se le otorgó el premio Cervantes de Literatura. Falleció en Madrid y fue enterrada en su pueblo natal. María Zambrano continúa recibiendo reconocimientos por su inmensurable valor para la cultura.
“La vida se ofrece en una visión, en una intuición, no en un sistema de razones.” M. Z.
“Resbalar sobre la propia vida, sin adentrarse en ella, puede ocurrir con suma facilidad.” M.Z.