Los niños perdidos de Valeria Luiselli

Los niños perdidos                                                                                              Valeria Luiselli

 

Decenas de miles de niños cruzan la frontera de México y son detenidos en Estados Unidos. Niños y niñas de Guatemala, El Salvador, Honduras.

¿Qué será de sus vidas? ¿Por qué se han embarcado en un viaje que puede costarles la vida? ¿Por qué han elegido los Estados Unidos? ¿Qué pueden esperar?

Valeria Luiselli nos presenta en su estremecedor ensayo Los niños perdidos (Un ensayo en cuarenta preguntas) extraídas del cuestionario de admisión para niños indocumentados que cruzan solos la frontera. Las respuestas junto con su lúcido y reñido análisis retratan una realidad devastadora.

Un ensayo esencial para entender el modelo inmigratorio estadounidense, las nociones y actitudes de la población hacia el inmigrante y las consecuencias dolorosas de ambos.

 Un libro esclarecedor, humano y que invita a una reflexión honesta y profunda.

Alejandra Guibert

¿Quién le hacia la cena a Adam Smith?

 

¿Quien le hacia la cena a Adam Smith?       La falta de toma de conciencia, paralizada e impedida a través de los siglos, es tal que esta pregunta surge nueva, como si hasta ahora nunca hubiera sido posible, como una enorme epifanía literaria que finalmente ilumina el pasado y el camino futuro.

Una pregunta simple, en boca de una mujer quien la descubre como una aguja en un pajar, el del patriarcado que en su inmensidad la mantiene escondida, aguda y profunda. Un aguja de oro que perfora todo razonamiento rancio encerrado dentro de este pajar denso, compacto y seco.

Katrine Marçal encuentra esta aguja dorada y nos la presenta en bandeja de plata junto a este magnífico libro, llevándonos con soltura dentro de un texto entre irónico y contemporáneo, pero ajustándose con rigor a un marco socio-económico para develarnos los falaces supuestos sobre los que se sostienen los conceptos y teorías económicos modernos que han llevado a las diferentes crisis y las debacles financieras recientes.

Al ofrecernos un análisis profundo y detallado del camino de la economía de los tres últimos siglos, Katrine desenmascara al homo economicus de Adam Smith como un gran impostor del mercado perfecto que todo lo sabe. Más bien, que todo lo destruye, prueba Katrine, con su cinismo ególatra y su incapacidad de empatía o espíritu colaborador. Y lo que resulta ser aún más dañino, la exclusión histórica de la mujer de todo modelo económico. El homo economicus de Adam Smith es un hombre desapegado de su entorno, su comunidad y su sentido humano, más parecido a un robot que odia al mundo y que por ello lo usa para su propio beneficio.

Se me hace que Adam Smith es una especie de Dr. Frankenstein, en su intento de crear un ser a su imagen y semejanza, con su misma frialdad y desapego del mundo y de su madre, quien todos los días le preparaba la cena, una noción trastocada que Smith utilizó como punto de partida para sus teorías del comportamiento económico. Y sin embargo, no supo interpretar el valor intrínseco de esa cena, por la simple razón de haber hecho de su madre un ser invisible. De allí sus teorías que despojan a la mujer de todo papel o participación. No es de extrañar que en un mundo profundamente patriarcal las teorías político-económicas de Adam Smith en 1776 no sólo no encontraran oposición alguna, sino que fueran bienvenidas y celebradas, siendo que responden a una visión del mundo masculina al extremo y por qué no decir misógina.

Aún hoy, venimos arrastrando los mismo modelos, renovados, ampliados, adaptados en sucesión por nuevos economistas a través de las décadas. Sin embargo, hoy no pueden negar sus bases anacrónicas y fallidas. Katrine Marçal sí tiene otras propuestas, más evolucionadas e inclusivas, que responden a un modelo humano de colaboración y entendimiento profundo de nuestras necesidades dentro de la sociedad.

Nos plantea un nuevo desafío, el reemplazo total del homo economicus.

Este es un libro inspirado y visionario. Lectura obligatoria para toda mujer que desee entender su papel en este momento de grandes cambios y reivindicaciones necesarias y para todo hombre comprometido con un mundo compartido en busca de soluciones reales, saludables y justas.

Alejandra Guibert

El puente de los asesinos

 

Las patrias de Alatriste es el título del artículo de Guillermo Altares para Babelia del 22 de octubre. Se anuncia una vez más la aparición de un nuevo libro sobre este personaje de Arturo Pérez-Reverte. El “soldado cansado” que sin embargo no cansa a sus lectores ni a quien lo devuelve al ruedo para otra historia de violencia y de capa y espada.

El lenguaje en el artículo, inspirado por esta serie y su género contiene significados claros como las palabras clave de otros títulos del autor: “corsarios, asesinos, sangre, cólera, asedio…”
“Degollinas, violaciones, saqueos, salvajadas…” La nueva excusa es la historia y la necesidad de su revisión. Revisión que se transforma en regodeo y como admite Reverte “fervor y una misteriosa lealtad”. ¿“Entender el presente”? dice. Se nos enseña a pensar que es así cómo seguimos percibiendo el mundo o como deberíamos. “La condición humana” se excusan en llamarla. Más bien el anquilosamiento de las mentes y la negación de una evolución necesaria, buscada por millones, silenciada por quienes se acomodan en la conveniencia.

Se habla de los códigos de Alatriste. ¿“Honor”? Códigos del mundo patriarcal que vienen vapuleando al mundo en su totalidad. A sus poblaciones, el mundo natural, el bienestar, la evolución real. Conceptos que continúan negando una visión de la vida que difiera de códigos de control y poder. Mientras millones intentan liberarse de las cadenas patriarcales y su visión cartesiana afilada en el materialismo científico. El sillón de cuero acartonado de la Real Academia.

Éste título se nos presenta como ¡¿“un regalo a los alumnos de 3° para ensanchar su imaginación, alimentar su espíritu”?! ¡¿“Reconstruir un mundo…como parte de una historia cautivadora”?! “Hijo de las guerras como de Alejandro Dumas” dice Alameda de Reverte. ¿Gran destino para un futuro humano? No. Volver atrás, conectarnos con conceptos que con esfuerzo intentamos abandonar. No sólo para una vida mejor, sino para una conciencia que nos eleve.

La literatura, como todo lo que nos conecta en nuestro viaje humano -y más aún por su profunda influencia en la cultura, gracias a su nuevo carácter masivo- además de la supuesta talla en su facultad enriquecedora, no debería hacernos retroceder, desaprender. El empecinamiento de viejos modelos del ser que nos han llevado hasta el presente y de los que poco a poco nos vamos liberando. Hasta crear una nueva realidad que nos acerque y nutra. Dejemos que Alatriste y su mundo alicaído e irascible descanse en paz junto con Dumas. ¿Dos entregas más? Debe de estar embolsando buenos ingresos…Evitemos ofrecer al nuevo lector que se está formando una lectura fácil, que apenas lo entretenga. Sobretodo evitemos inspirarle una visión antigua de la vida, las costumbres, las relaciones, las aspiraciones, los valores del individuo.

“Lo mejor de Alatriste es que me permite volver a mi verdadera patria, la infancia recuperada a través de la literatura.” dice Pérez-Reverte. Altisonantes deben ser las frases. Para no desatender la (auto)importancia. ¿Es la verdadera patria de Reverte su infancia? No me extraña. Ese mundo infantil del que los mismos adultos no desean despertar. Eternizar el juego siniestro de la guerra. Dejar ese mundo infantil para mirarse por dentro y conectarse con la vida es el verdadero desafío.

Tres páginas enteras dedica Babelia a estos conceptos y una más a glorificar libros del Siglo de Oro, que deberíamos dejar en los museos o las bibliotecas. Como piezas de literatura valiosas, sí. Aunque también como muestras de una visión avasalladora, limitada, anacrónica, misógina. Una visión de la que debemos alejarnos cuanto antes. Si este mundo, en el que se nos ha regalado nuestra corta aunque significativa residencia, ha de convertirse en un lugar de todos. Para el disfrute, no la explotación; la reconciliación, no la separación; la creación, no la destrucción; para la práctica de la intuición, no la negación; la renovación, no el estancamiento.

Las patrias de Alatriste nos siguen llevando de las narices hasta un foco antiguo del progreso humano. ¿No es hora de que dejemos las “historias de aventuras” para crecer y evolucionar de manera conciente hacia un lugar más acorde con nuestra esencia, insospechadamente rica, y muchas veces oculta o negada a fuerza de todas esas mismas historias? “Brumosa tierra natal de nuestra alma… Alatriste me permite viajar nada menos que a los cimientos de nuestra condición  humana” asevera Pérez-Reverte. ¡¿Es esa la condición humana?! Como se dice en Inglaterra, ¡speak for yourself, Mr Reverte! ¡Habla por ti mismo!

                                                                                                                                          

 

El último libro de Lisa Appignanesi

      

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Un libro fascinante por su base histórica
y sus postulados sociales.
 

Mad, Bad and Sad analiza dos siglos de historia de la mente, el espíritu y sus dolencias en la mujer, y el tratamiento y actitud generalizados de médicos instituciones y la sociedad en general hasta el presente.
Demás está ejemplificar el oscurantismo de las prácticas médicas para la salud mental, que descendió como una nube negra sobre pacientes hasta hace poco. Las estadísticas parecen mostrar que la mujer ha sido más proclive a sufrir enfermedades mentales que el hombre. De lo que se desprenden dos preguntas:
¿Son estas estadísticas confiables, en épocas cuando comportamientos contrarios a los parámetros de la sociedad y la religión, muchas veces se interpretaban como la presencia de enfermedades mentales? ¿Era la mujer empujada más allá de los límites de la salud mental, debido a las presiones sociales, morales y los abusos psicológicos de la opresión machista? Puede decirse que hoy día las circunstancias han cambiado. ¿En qué medida?

Appignanesi llega a sus propias conclusiones. En su opinión la presencia de enfermedades mentales no está ligada al género, sino a la pobreza. No dudo de que circunstancias sociales difíciles en ambientes insalubres, azarosos e insufribles puedan haber tenido y tengan un efecto devastador sobre la psique humana. Sin embargo, no creo que sea el factor determinante, sino uno entre otros, ya que la pobreza tampoco está sujeta al género.

Creo que la capacidad de estremecerse, de sensibilizarse profundamente con la vida, ya sea en sus alegrías o tragedias, obviamente abre las puertas a esferas donde las presiones pueden forzar el equilibrio y llevarlo hasta un límite demoledor para la salud mental.Generalizando, la sicología femenina suele ser más rica, redonda y diversa. Por lo que no es de extrañar que la mujer responda mejor que el hombre a los tratamientos de terapia verbales. Mientras que el hombre suele ser más dogmático, muchas veces intransigente y con frecuencia emocionalmente inmaduro o carente. Según Doris Lessing “una especie incoherente”.

En su abundancia, su complejidad y multiplicidad, la mujer está mucho más expuesta a absorber e impregnarse profundamente de las realidades que pueden comprometer la salud mental. Esta permeabilidad obviamente la fragiliza, y aunque también la convierte en una luchadora,  puede quebrarla con mayor facilidad.
De la misma manera como la tendencia masculina a la agresividad se radicaliza en la violencia, la tendencia femenina a la hipersensibilidad  se radicaliza en la enajenación.

Las limitaciones culturales de género históricamente opresivas para la mujer, además de su susceptibilidad inherente, en mi opinión, dan origen a esos casos donde la enfermedad mental no es un mito, sino una realidad compleja difícil de entender, a pesar de los supuestos avances en la comprensión de la mente humana.

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¿Pedanterías de Verdú?


Un plato fuerte para comenzar el año… “La nueva función de amar”, publicado por El País, sección Sociedad de la edición del sábado 5 de enero.

En este artículo casi espectral, Verdú parece hacer una apología del amor romántico y otras fórmulas basadas en valores de una sociedad machista que intentamos superar. Las mismas fórmulas que negaron la igualdad a la mujer para hacer del amor la prerrogativa del hombre.

Las frases trilladas y los clichés que usa Verdú pierden foco cuando, gracias a las reivindicaciones y las luchas (todavía tan necesarias) contra los cánones impuestos, la sociedad se viene liberando de conceptos anquilosados que históricamente autorizan y resguardan la opresión. Frases que se arman de términos caducos,  desatinados, que apuntan a una sociedad machista y ofuscada. Una sociedad que se sigue escondiendo detrás de eufemismos como el “honor” la “patria”, el “amor romántico”.
Otro lugar común: “el sagrado amor a los padres”. ¿No tienen los padres que ganarse el amor de los hijos para que éste sea “sagrado”?, a través del respeto, el amor y la libertad. O es el “sagrado amor a los padres” al que alude Verdú el que institucionaliza el poder y la otra cara de la moneda: el sometimiento.

No es el amor el que ha cambiado su naturaleza, sino las relaciones opresoras sexistas y paternalistas. Tampoco es la globalización la responsable de que las relaciones humanas no sean lo que eran, sino la superación y el respeto, donde la liberación de la mujer ha logrado afianzar su voz para emprender relaciones de igualdad. ¿Será que con “La nueva función de amar” Vicente Verdú añora la función que el hombre le asignara al amor relacionándolo con el poder, el control, el asegurarse la soberanía en el sexo, la familia, el dinero…?
Si el concepto de familia admite e incluye la mutilación genital de la mujer, o las vejaciones y el control a través de la humillación, o el sufrimiento de la mujer para el placer del hombre, ¿no es un acto de amor despojar a la familia de su aura sagrada? 

No es endeble (como profesa Verdú) el amor de hoy, comparado con el de antaño. Endebles son las nociones tramposas que pretenden sostener un fundamento falso para la sociedad, construida sobre un concepto arbitrario y absolutista de la familia, cuando los vínculos son forzados, en vez de reales, hipócritas en vez de auténticos, engañosos en vez de sinceros. Afortunadamente los padres como “gigantescas esculturas de autoridad”, de los que habla Verdú, han dado paso a vínculos más honestos, basados en la verdad y el compromiso del amor basado en la verdad.

No me queda claro el objetivo del artículo de Verdú. Lo que sí está claro es que se llena la boca de palabras fraguadas como el hierro para el control, la dominación. Frases como “orden jerárquico”, “perfil de subordinación” “ferramenta”. ¿Estamos hablando del ejército o del amor? También habla de “pecado mortal”, “martirio”, con lo que infiero que su terminología “amorosa” se basa en el castigo. Tan lejos están estos conceptos de la realidad del amor… Luego incorpora la frase estudiada “pasión inflamada” para hablar del amor en la pareja. Verdú no cree que hoy en día se ame con “pasión inflamada”. Simplemente porque hoy se usen las alas que la imposición de las exigencias sociales/religiosas, las normas del fingimiento y la impostura amarraban en el pasado en nombre de la familia. La familia que, a toda costa, a costa de los golpes a la esposa, o el abuso a los hijos, o el maltrato o el engaño, la deslealtad o la infidelidad, debe mantenerse incólume, a pesar de su mentira.

Tal vez hoy, en muchos casos, exista un vacío. Tal vez la transición, para dejar de fundar los vínculos familiares en la autoridad (que solía reemplazar al amor),  la imposición y el sometimiento,  sea más lenta y dolorosa. Algo necesario, como cualquier proceso de aprendizaje profundo, para alcanzar el éxito de un vínculo importante para la sociedad. No para cimentar a la familia como un núcleo arbitrario, sino cualquier unidad sana y amorosa, que integre la sociedad que también la incluya.

Para Verdú, “ser dueño de uno mismo” va contra la “vertiginosa y delirante voluntad de amar”. ¿De qué se queja Verdú? ¿De la capacidad de elección, de la libertad emocional y social para salirnos de una relación infeliz, desgastante, violenta? Verdú carga su pluma de palabras enredadas, de frases rebuscadas, al igual que los mecanismos pasados que ocultaban la verdad dentro de ese “núcleo duro” del que tanto habla y que, sí, se diluye. Gracias al amor real, el que tiene la generosidad de abrir nuevas fronteras.
¿En qué mundo vive Verdú? Seguramente no en éste, ya que analiza lo poco que entiende usando parámetros tan grotescos como perimidos. 

Es curioso que El País publique este tipo de artículo recalcitrante y reaccionario. La ambigüedad de este texto sólo me parece proponer un disfrazado todo tiempo pasado fue mejor, con todos los estereotipos de una sociedad machista, que tanto nos esforzamos por dejar atrás.

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Todo sobre mi madre

          

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La versión de Todo sobre mi madre (All about my mother) de Almodóvar presentada por Kevin Spacey en el Old Vic de Londres es otro intento de levantar un trabajo insulso y sin alma, usando un nombre como el de Diana Rigg (la interesante Sra. Peel de Los Vengadores).

Es la segunda pieza desabrida que asisto en el Old Vic desde que está en manos de Spacey como director artístico del teatro. La adaptación de la película de Almodóvar no deja de ser una idea interesante y refrescante para el teatro inglés, profundamente enraizado en su propia cultura. Sin embargo, en este caso, redundó en una puesta con una visión muy corta de las posibilidades de una historia rica y particular tanto en lo dramático como cultural, que le quedó grande al director de la puesta, Tom Cairns.

Tal vez una (a)puesta demasiado arriesgada, sin la suficiente sangre para hacerla levantar presión a la altura de Almodóvar. Un intento, no sin esfuerzo, tal vez forzado para ser natural, que finalmente no llega a convencer ni siquiera al público inglés. Cuando se cierra el telón y se oye a la señora de la fila de adelante ponerse el abrigo mientras dice en medio tono: “Muy buena actuación”, hay que admitir que hay algo que no funciona. ¿Estará tan encarnada en el teatro inglés la escuela clásica shakesperiana, que Almodóvar es forzar un trago demasiado fuerte para unos labios acostumbrados al bálsamo de una taza de té Earl Grey? ¿O es que la dirección artística de Kevin Spacey quedó estancada en el uso de nombres, como el propio, para vender entradas de casi 100 dólares, con la tarea de llenar un teatro que estaba moribundo y hambriento de finanzas y público?

Una vez más me remito al pasatiempo versus la calidad, los resultados financieros versus el compromiso artístico. Las señoras con sus abultados peinados de peluquería me resultan un escenario común en la sala del Old Vic; aunque algo incongruente en torno a la figura de Spacey quien, en su talentosa carrera como actor de cine, ha apostado por la elección de papeles y proyectos ricos, algunos provocadores, como American Beauty, The Usual Suspects, Swimming with Sharks, intentando alejarse del típico Blockbuster de Hollywood, una tarea difícil… 

Van quedando muy pocos teatros que apuestan por el mejor teatro. Entretener superficialmente, para olvidar al salir por la puerta y retomar la conversación de la familia o el trabajo o lo que sea que quedó pendiente, parece ser la expectativa modesta del Sr. Spacey, que se suma a tantos otros…
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Rufus Wainwright

      

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Un nuevo romántico por el mundo y ayer en Londres… 

Para quien nunca oyó hablar de Rufus…este compositor y cantante de temas envolventes nos lleva en el vaivén de sus emociones y denuncias con la dulzura y la sensualidad de su voz y su interpretación.

Rufus se libera en el lamento de su voz hipnótica, para también liberar al espectador llevándolo por un mundo personal de una intimidad inusual. Casi como estar sentados en la sala de su casa y al mismo tiempo en presencia de una estrella que brilla por su propio talento. Por momentos parece que estuviéramos presentes en una audición para escuchar sus nuevos temas. Incluso un par de veces vuelve a repetir un pasaje que no salió bien al piano. “Voy a tocarlo otra vez”. El público no tiene reparos ante esos aderezos distintivos de cada concierto. Sabe que esa familiaridad se sostiene sobre una riqueza y complejidad armónica y estilística musical que se encadenan frase tras frase con la fusión impecable de géneros musicales bajo el sello de su propio lenguaje.  

Su trabajo es de una honestidad sorprendente en una época en que la imagen y la premeditación a favor de la imagen lo son todo para “triunfar”. El triunfo de Rufus es el talento incuestionablemente mágico en su poesía, su riqueza musical y su voz, de una sensibilidad que falta en la mayoría de las figuras de la música de hoy. 

Rufus tiene una larga gira de conciertos por toda Europa, EE UU y Asia. Quien tenga la suerte de tenerlo en su casa…no dude en reservarse un lugar.
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Sombrero…

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Ayer en Londres, en el teatro Sadler’s Wells el nuevo espectáculo de Decouflé, en el que las sombras son protagonistas.

Philippe Decouflé es otro multifacético bailarín y coreógrafo francés que ha fusionado la imagen, la danza, el teatro y en este caso el video para crear un espectáculo visualmente rico, dinámico y variado con una intención principal, como él mismo declara: “Mi trabajo no pretende dar un paso adelante en la danza contemporánea sino entretener a la gente”.Una manera bastante elaborada de entretener, por cierto, en la que Philippe hace uso del humor (a veces deliberadamente tonto), el mimo, y más que nada una astucia visual que no da tregua al espectador.

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Sombrero es un baile de sombras e imágenes espejo que se nutre de la proyección de video para invitarnos a un mundo etéreo, sencillo, donde vivir es una tarea tenue y hasta un poco superficial. O vista desde su opuesto, casi una experiencia circense, con una nueva profundidad, principalmente dotada por la música. El aporte musical de Sébastien Libolt y Cyrille Lehn es fundamental para darle alma a un espectáculo al que podría recriminársele la falta de corazón.

Tal vez la danza, por momentos, resulta el elemento menos contundente, el menos perfeccionado en pos de las imágenes proyectadas en manos de la tecnología y la lograda iluminación. La variedad de imágenes crea un kaleidoscopio mágico casi vertiginoso en el que nos perdemos a tal punto que el mundo fuera desaparece.

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Decouflé logra su objetivo y nos entretiene. A veces maravillados como en un circo, somos niños en sus manos estéticas para borrar de nuestras mentes y corazones que el mundo es un lugar inhóspito y que nosotros los humanos somos actores conflictivos en una danza mucho más oscura que sus sombras.

Sin embargo, Sombrero es un espectáculo imperdible. La denominaría una “instalación teatral” donde los actores son meros instrumentos de una maquinaria visual protagonista. Quien se encuentre cerca de un teatro con Sombrero, le aconsejo ponérselo. 
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Incluso en Inglaterra…

Otro evento interesante 

    
       Shazia Mirza                 Stella Duffy                  Marina Lewycka

Un panel de tres mujeres profesionales del humor se reunieron el día 4 de junio en el centro de las artes South Bank Centre frente al río Támesis, para diseccionar la aparición de la escritora humorística. 
Como era de esperar…y así lo comentaron las panelistas, la presencia masculina en el público apenas alcanzó un 2%. Felicitaciones a los presentes. 

Algunas de las preguntas:¿Lo que escribe la mujer es diferente de lo que escribe el hombre? ¿Existen bromas universales que funcionan para todos en todo el mundo?  

Según Stella Duffy, escritora de 10 novelas y cómica de micrófono opina que el mundo del humor sigue siendo de propiedad del hombre, especialmente en ése género (en Inglaterra llamado “Standup Comedy”).“Es la percepción que se tiene de la mujer en esos círculos. Te miran y te juzgan con lupa. Y se nos critica mucho porque trabajamos el humor de manera diferente. La mujer desarrolla la idea que va en crescendo poco a poco…y luego suelta el chiste. El hombre lo dice todo rápido y suelta el chiste de pronto”. 

Shazia Mirza, también cómica de micrófono de un humor cáustico y directo, tiene una experiencia similar. “Me tuve que volver masculina, casi un tipo en el escenario, para tener éxito ante el público. El hombre tiene “permiso” para ser gracioso. La mujer, no. Si una mujer sale sola al escenario y se para frente a un micrófono, se espera el doble de ella. Y se espera que su comicidad sea como la del hombre, de acuerdo a sus reglas. Hay dos hechos en el mundo del humor: Uno es que los hombres se sienten amenazados por las mujeres masculinas. El otro es que no creen que una mujer femenina tenga gracia. ¡O sea no tenemos por dónde ganar!” Es interesante, en cambio, que un cómico de micrófono como Alan Carr tenga principalmente un público femenino de mujeres maduras. “Creo que se sienten menos amenazadas por ser Alan tan amanerado”. 

La escritora Marina Lewycka, la primera mujer ganadora del premio de comedia Bollinger Everyman Wodehouse (2005) es muy clara y precisa: “Los hombres leen a los hombres. Las mujeres leemos a los dos. El concepto general es: Los hombres escriben literatura, las mujeres escribimos basura comercial. 

Otra diferencia que marca Shazia: “Si el público no se ríe, la mujer humorista se ofende. A los hombres humoristas no les importa o no se dan cuenta de que no son graciosos. Un colega, luego de una noche de muy pocas risas, me dijo después: “Qué bueno. Sí. Fue bastante bien, ¿no?”. Ni se dio cuenta… Nosotras nos preocupamos muchísimo. Sufrimos si sale una mala crítica”.  Para Marina, el hecho de haber sido catalogada como escritora humorística, le resulta un peso. “Me siento responsable de ser graciosa cada vez que voy a una charla o que escribo otro libro. No considero lo que escribo humorístico. Yo escribo sobre la naturaleza humana. Aunque, en el fondo, todos somos muy cómicos. Usamos ropas cómicas, nuestros hábitos son cómicos. El sexo es la cosa más cómica de todas. Pero somos lo único que tenemos. Y creo que, en última instancia, somos agradables, aunque muy graciosos». Cuando le preguntaron a Marina si consideraba la literatura de Jane Austen humorística: “Claro, pero nadie lo dice, porque se supone que la literatura es seria y la comedia frívola. Es interesante que Ian McEwan no haya vendido su libro Amor Perdurable tan bien como sus libros anteriores. En primer lugar, el libro tiene la palabra “amor” en el título. Y en segundo, salió con tapa rosa. Los libros se venden en su mayoría por el título y el diseño de la tapa”.  

Fue muy refrescante y divertido compartir con estas mujeres perfectamente ingeniosas la agudeza de sus mentes, aunque no parezca muy humorística la charla, así resumida y editada en sus elementos informativos. Sobre el tema de la “basura comercial”, diría que las editoriales no ayudan demasiado, al darle a la mujer escritora un espacio de apenas el 5% (en España) de todo lo que se publica. Aunque no dudo de que el porcentaje sea aproximadamente el mismo en el resto de la industria editorial mundial. No en vano, la Sra. Rowlings durante largo tiempo optó por usar simplemente el J.K. Muy astuta de su parte…pero no le robó la idea a nadie y las mujeres seguimos usándola desde siempre, por necesidad. Estamos sujetas a tantas categorías y conceptos anquilosados, que sofocan cualquier voluntad de ser libres en nuestra expresión. Estamos oprimidas, sofocadas, acosadas por categorías, instituciones del pensar que no nos llevan a ningún lugar más que a los mismos lugares que visitamos una y otra vez para respirar aires viciados.Qué más viciado que un libro no se venda por el color rosa de su tapa y la palabra “amor” en el título. Simplemente, el Sr. McEwan perdió a su público masculino, por éste tener miedo de ensuciarse las manos o tal vez ser visto en el metro con un libro que contiene colores y palabras que amenazan su masculinidad. Una masculinidad rápida, como las bromas que cuenta. Entregar el chiste rápido, el placer rápido, el orgasmo precoz, la necesidad de soltar, rápido, como un chicotazo. Su objetivo es el resultado.
El placer demorado, como el del humor femenino, el desarrollo, el amor al proceso, es obra de mujer.                                              
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Happiness…?

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Todo gira en torno al semen, el momento cumbre, el pináculo al que apunta y aspira.  Toda empresa, actividad o plan no es nada sin ese instante. El único. El objetivo inevitable, el propósito final de toda existencia: venirse. Es lo que lo mueve, lo inspira, lo impulsa, le da su razón de ser, de construir. Paradójicamente (o no), lo contamina, lo pervierte, lo corrompe, lo lleva a destruir. Ese momento “precioso” que quiere impregnarlo todo de su secreción es tan ínfimo en tiempo que necesita prolongarse en sucesivos otros instantes. Para renovarse y prolongar su razón, su vida y la vida. Lo ocupa por siempre. Hasta que ya no tenga más qué expulsar. Sólo en los breves momentos (entre polvo y polvo) se arrepiente. Sólo si no lo apremia el siguiente, el que lo ciega, se remuerde. Con lucidez aterradora se arrepiente de su crimen, de su realidad. De su enferma dependencia. No. No es una crítica al orgasmo masculino. Es el análisis interpretativo de la película Happiness (1998) (Felicidad), una película tan fuerte como verdadera. Con una fuerza incisiva que puede llevarnos a profundidades vertiginosas en el análisis de la esencia del animal humano y su comportamiento.

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La lista de talentos es larga. Para nombrar algunos: Philip Seymour Hoffman, Dylan Baker, Lara Flynn Boyle, Jane Adams entre los actores. El director Todd Solondz y una lista de nominaciones y premios (Golden Globe, Cannes, Toronto). Una película tan universal como profundamente crítica de la clase media estadounidense, sus afecciones e hipocresías. 
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Mujeres para pensar:  ♀♀♀♀♀

El género musical

El hombre con su constante necesidad de categorizarlo todo y darle un valor a cada categoría…marypoppins3.jpg

En las artes, los géneros siempre han tenido jerarquías inamovibles dentro de la crítica… con o sin razón. Entre otros, géneros superiores como la novela versus el cuento, la pintura versus el dibujo o el grabado, la opera versus el musical. Y aquí me detengo para confesar que por largo tiempo también quedé atrapada dentro de esta última categoría minimizando el género musical. Con la única excepción de West Side Story, que destaca por el nivel de la integración entre la música de L. Bernstein, las letras de Stephen Sondheim y la coreografía de Jerome Robbins, por lo que el New York Times escribióWest Side Story es una gran ocasión para celebrar una de las grandes operas de nuestro siglo”. 

Aun viviendo en la ciudad de los musicales no es difícil resistir si se es totalmente indiferente al género.  Si se piensa que mucha gente organiza viajes costosos sólo para asistir musicales del West End londrino, se podría decir que es una especie de desperdicio. Hasta que mi amigo Roberto Cordovani retribuyó mi reciente visita a Galicia y me arrastró a pesar de mi más grande desinterés y renuencia a tragar una dosis concentrada de cuatro días de musicales. 

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Decir que se lo agradezco puede parecer un despropósito. Admito haber disfrutado cada momento. Desde el sentimiento de ser turista en la ciudad que habito hace veinte años, hasta el placer de descubrir teatros con historia que data del siglo XIX. Y las tres horas diarias de espectáculo en que la magia de la música junto a las voces afiladas y envolventes, danzantes al compás de las luces, las sorpresas y los colores cumplen su propósito.  El propósito de un viaje lejos de la violenta realidad diaria. Y por qué no darle su lugar a Mary Poppins con todo y su música, con todo y su ternura innegable. O Evita con su nueva producción que se acerca más a la cultura de donde nace, con una Evita argentina y una música con sonidos de bandoneón y coreografías que saben a tango.  O la más sencilla, pero no menos fascinante producción de Blood Brothers, donde los niños se vuelven adultos y los adultos niños.

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El talento y la dedicación de actores, bailarines, cantantes, escenógrafos, iluminadores, orquestas en vivo, no en vano reciben los aplausos de pie al final de tres horas,  que se vuelven contados minutos de extático y simple placer.  ¡Bravo al género musical! 
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Compañía Philippe Genty

                         lafindesterres02.jpg  La Fin Des Terres

Philippe Genty y Mary Underwood vienen creando obras maestras del teatro visual contemporáneo a lo largo de casi tres décadas. Su última producción, La Fin Des Terres, un calidoscopio de imágenes fantásticas creadas con artilugios de perspectiva, distorsión, movimiento y marionetas de diversos tamaños. Un viaje vertiginoso en un paisaje de sueños vuelve a Londres después de 15 años de ausencia en Gran Bretaña. Un espectáculo excelente para quien pueda seguirle los pasos a esta compañía…

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Genty y Underwood salieron al final de la función con la quinta rueda de aplausos. Genty se sentó para responder preguntas y hablar del espectáculo así:

lafindesterres06.jpg  «Yo tuve unos años muy malos en mi juventud. Estaba psicológicamente en muy mala forma y tuve que hacer muchos años de terapia. Fue por eso que me interesé y me interesa mostrar el subconsciente».

«Quiero abrir una puerta por la que la gente pueda pasar y dejar atrás la mente racional.  La realidad imita a la ilusión. Ésta es una historia del encuentro entre dos personas y de su resonancia imaginaria en el paisaje de los sueños».

lafindesterres04.jpg  «El hombre trata de entrar en el mundo de la mujer y es absorbido dentro de su mundo de fantasía. El hombre en su oficina se fascina por ella y sale de su entorno conocido para intentar ayudarla. Siente miedo y fascinación al mismo tiempo».

ph.jpg «Hay dos mujeres en ella, la joven y la madura. 
Él intenta comunicarse, pero queda atrapado.»

lafindesterres05.jpg  «Hay personas que manipulan marionetas que a su vez manipulan a otras personas. Nuestro subconsciente nos involucra con las marionetas aunque veamos que son manipuladas por gente porque es un elemento de nuestra infancia.    Al mismo tiempo también las marionetas actúan en nuestro subconciente a través de lo que simbolizan».

Genty propone el intento de comunicación a través de cartas que vuelan por los aires, que ella lee y no entiende, que ella pisa, que él ofrece, y que terminan devorándolo.

Mujeres para pensar:  ♀♀♀♀♀