El puente de los asesinos

 

Las patrias de Alatriste es el título del artículo de Guillermo Altares para Babelia del 22 de octubre. Se anuncia una vez más la aparición de un nuevo libro sobre este personaje de Arturo Pérez-Reverte. El “soldado cansado” que sin embargo no cansa a sus lectores ni a quien lo devuelve al ruedo para otra historia de violencia y de capa y espada.

El lenguaje en el artículo, inspirado por esta serie y su género contiene significados claros como las palabras clave de otros títulos del autor: “corsarios, asesinos, sangre, cólera, asedio…”
“Degollinas, violaciones, saqueos, salvajadas…” La nueva excusa es la historia y la necesidad de su revisión. Revisión que se transforma en regodeo y como admite Reverte “fervor y una misteriosa lealtad”. ¿“Entender el presente”? dice. Se nos enseña a pensar que es así cómo seguimos percibiendo el mundo o como deberíamos. “La condición humana” se excusan en llamarla. Más bien el anquilosamiento de las mentes y la negación de una evolución necesaria, buscada por millones, silenciada por quienes se acomodan en la conveniencia.

Se habla de los códigos de Alatriste. ¿“Honor”? Códigos del mundo patriarcal que vienen vapuleando al mundo en su totalidad. A sus poblaciones, el mundo natural, el bienestar, la evolución real. Conceptos que continúan negando una visión de la vida que difiera de códigos de control y poder. Mientras millones intentan liberarse de las cadenas patriarcales y su visión cartesiana afilada en el materialismo científico. El sillón de cuero acartonado de la Real Academia.

Éste título se nos presenta como ¡¿“un regalo a los alumnos de 3° para ensanchar su imaginación, alimentar su espíritu”?! ¡¿“Reconstruir un mundo…como parte de una historia cautivadora”?! “Hijo de las guerras como de Alejandro Dumas” dice Alameda de Reverte. ¿Gran destino para un futuro humano? No. Volver atrás, conectarnos con conceptos que con esfuerzo intentamos abandonar. No sólo para una vida mejor, sino para una conciencia que nos eleve.

La literatura, como todo lo que nos conecta en nuestro viaje humano -y más aún por su profunda influencia en la cultura, gracias a su nuevo carácter masivo- además de la supuesta talla en su facultad enriquecedora, no debería hacernos retroceder, desaprender. El empecinamiento de viejos modelos del ser que nos han llevado hasta el presente y de los que poco a poco nos vamos liberando. Hasta crear una nueva realidad que nos acerque y nutra. Dejemos que Alatriste y su mundo alicaído e irascible descanse en paz junto con Dumas. ¿Dos entregas más? Debe de estar embolsando buenos ingresos…Evitemos ofrecer al nuevo lector que se está formando una lectura fácil, que apenas lo entretenga. Sobretodo evitemos inspirarle una visión antigua de la vida, las costumbres, las relaciones, las aspiraciones, los valores del individuo.

“Lo mejor de Alatriste es que me permite volver a mi verdadera patria, la infancia recuperada a través de la literatura.” dice Pérez-Reverte. Altisonantes deben ser las frases. Para no desatender la (auto)importancia. ¿Es la verdadera patria de Reverte su infancia? No me extraña. Ese mundo infantil del que los mismos adultos no desean despertar. Eternizar el juego siniestro de la guerra. Dejar ese mundo infantil para mirarse por dentro y conectarse con la vida es el verdadero desafío.

Tres páginas enteras dedica Babelia a estos conceptos y una más a glorificar libros del Siglo de Oro, que deberíamos dejar en los museos o las bibliotecas. Como piezas de literatura valiosas, sí. Aunque también como muestras de una visión avasalladora, limitada, anacrónica, misógina. Una visión de la que debemos alejarnos cuanto antes. Si este mundo, en el que se nos ha regalado nuestra corta aunque significativa residencia, ha de convertirse en un lugar de todos. Para el disfrute, no la explotación; la reconciliación, no la separación; la creación, no la destrucción; para la práctica de la intuición, no la negación; la renovación, no el estancamiento.

Las patrias de Alatriste nos siguen llevando de las narices hasta un foco antiguo del progreso humano. ¿No es hora de que dejemos las “historias de aventuras” para crecer y evolucionar de manera conciente hacia un lugar más acorde con nuestra esencia, insospechadamente rica, y muchas veces oculta o negada a fuerza de todas esas mismas historias? “Brumosa tierra natal de nuestra alma… Alatriste me permite viajar nada menos que a los cimientos de nuestra condición  humana” asevera Pérez-Reverte. ¡¿Es esa la condición humana?! Como se dice en Inglaterra, ¡speak for yourself, Mr Reverte! ¡Habla por ti mismo!

                                                                                                                                          

 

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