Virginia McKenna

 

    07/06/1931 –

Actriz británica de teatro y cine, autora y activista por los derechos de los animales silvestres.

Virginia nació en Londres y luego de pasar cinco años en Sudáfrica para huir del bombardeo de Londres entre 1940 y 1941, regresó a Inglaterra. Estudió artes escénicas en la Central School of Speech and Drama y trabajó en los teatros de Londres del West End antes de debutar en el cine en 1952. Como actriz de teatro fue miembro de la compañía de teatro del Old Vic en 1954, año en que se casó con el actor Denholm Elliott. Su matrimonio sobrevivió apenas unos meses. Su segundo matrimonio, con el actor Bill Travers con quien tuvo cuatro hijos, duró hasta la muerte de su marido en 1994.

En 1956 y 1958 McKenna ganó el premio BAFTA como mejor actriz. Su trabajo en el cine es más recordado por su papel en la película Nacida Libre, por el que fue nominada para el premio Globo de oro. Su marido co-protagonizó junto con ella la película basada en la vida real. Cuenta la historia de George y Joy Adamson en su iniciativa para regresar la leona Elsa a la selva. La experiencia tuvo una influencia profunda en Virginia y su marido al darse cuenta de que los animales salvajes deben estar en su entorno natural, donde deben ser protegidos y no en cautiverio. Los llevó a convertirse en defensores de los derechos de los animales silvestres y la protección de su hábitat natural.

En 1969 McKenna apareció en la película Un elefante llamado lento. La muerte de Pole Pole, uno de los elefantes que aparecen en la película luego de haber sido trasladado al zoológico de Londres, llevó a Virginia a fundar la campaña Zoo Check en 1984, que luego daría lugar a la fundación Born Free en 1991. Born Free se dedica a evitar el abuso a los animales salvajes en cautiverio y se esfuerza por su protección y su conservación en sus hábitats naturales.

Al mismo tiempo, McKenna continuó trabajando como actriz y en 1979 ganó el premio Olivier como mejor actriz por su trabajo junto a Yul Brynner en el musical El rey y yo.

Con los años trabajó tanto en el cine como en la televisión y continúa haciendo algunas apariciones en el teatro. McKenna también ha sido responsable por la creación del museo Gavin Maxwell, autor y naturalista.

Con el tiempo su trabajo se volcó en mayor medida al movimiento para la conservación y protección de los animales. Virginia también ha sido co-autora y co-editora de varios libros y ha viajado para visitar numerosos zoológicos sobre los que la fundación ha recibido quejas. En ocasiones ha acompañado animales en su viaje de regreso a los santuarios en la India y Sudáfrica. Virginia también da charlas y apoya otras organizaciones como patrocinadora.En 2004 obtuvo la Orden del Imperio Británico por sus servicios a la vida silvestre y las artes.

«¿Actos de animales en el circo? ¿Estamos hablando de 2003 o tiempos de antaño? No se puede creer que en nuestra llamada sociedad progresista aún se mantenga a animales en jaulas o carromatos de circo, encadenados, zarandeados de ciudad en ciudad y obligados a hacer trucos estúpidos en nombre del entretenimiento.

Tal vez las luces intensas ciegan a los espectadores a la realidad de lo que están asistiendo. La India ha prohibido a los tigres, leones, leopardos, osos y monos de las pistas circenses. Un buen comienzo. Todos los dueños de circo que no sigan esta práctica deberían avergonzarse. Aquellos que hayan visto el espectáculo de Cirque du Soleil sabrán cómo debe ser el circo: excitante, colorido, divertido, dramático, sin un animal a la vista.” V.M. 

 

Farsa apostólica

 

La investigación revela que el 5% del clero ha cometido abusos sexuales en seminarios, colegios y parroquias. ¡Uno de cada veinte curas! De lo que se ha conseguido desenmascarar y en un período de setenta años solamente. Dos ejemplos,  el sacerdote que abusó sexualmente de 200 niños impunemente bajo conocimiento de Benedicto XVI. Otro, Maciel, fundador de la orden Legionarios de Cristo, con mujer e hijos y diferentes nombres, bajo los que también abusaba de sus propios hijos.

Hoy el cardenal Bertoni miserablemente se da el lujo de relacionar la pederastia clerical con la homosexualidad y desentenderse del voto de celibato. Usar de chivo expiatorio a un grupo  que la Iglesia descarta como perverso por su legítima preferencia sexual sólo pretende desviar la atención de sus propios demonios. Cuando los actos de abuso sexual en manos de miles de representantes de la Iglesia no sólo constituyen un delito ante la justicia, sino que son actos perversos contra niños, engañados bajo la autoridad “sagrada” de la sotana que encubre debajo al demonio, contra el que castamente predican.

El cinismo de la iglesia es aplastante. La ocultación por parte del máximo exponente de la Iglesia y la aceptación, cómplice en el delito y ciega en la mentira de su cofradía casi idólatra, exponen su estafa moral. Sus millones de seguidores partícipes pecadores de omisión, en su incapacidad de aceptar el carácter terreno de la Iglesia y sus excesos de poder.  La jerarquía eclesiástica, su patriarcado misógino, su centenaria impunidad bajo supuestos actos de fe divina y obras de bondad universal, parecen auto-eximir a la Iglesia de todo “pecado”. Como si estuviéramos en la edad media y no nos hayamos dado cuenta.

La estafa de la iglesia así se expone, a pesar de sus celosos preceptos de obediencia, confesión, diezmo, su lista de mandamientos, todos en nombre de Dios. Cuando más que nunca queda manifiesto que es en nombre de sus propios intereses. El poder patriarcal a cargo de hacer cumplir “la ley de Dios” no podría llegar más lejos, si no fuera por su flagrante osadía de cinismo.

¿Hasta cuándo las autoridades van a dar carta blanca al abuso institucional de la Iglesia con la inacción ante los abusos sexuales? En un mundo patriarcal la respuesta es simple. Hasta que a la mujer no se le permita acceso a los lugares de poder, para que finalmente se recurra a su proceder ante los delitos de abuso contra la mujer y los niños.

 A. Guibert