Gaddafi vs Cameron, Hague, Blair…¿Cuál era la diferencia?

 

¿Habrán  perdido los políticos el rumbo de sus obligaciones: servir a la comunidad que paga sus sueldos y que los ha escogido para administrar en su nombre?

El Ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, ex candidato a Primer Ministro que perdió la elección en 2001 por el partido conservador, William Hague cierra la embajada británica en Libia cuando aun hay unos trescientos británicos estancados en el desierto que necesitan salir del país. Además de esta desacertada decisión , en una desfachatada entrevista sobre el tema libio William Hague declaró ayer respecto de la actitud frente a Libia: “Igualmente tenemos que hacer negocios con estos países. Ayer mismo llamé al Ministro libio de Asuntos Exteriores. Hay negocios de por medio, con BP, HSBC, Marks & Spencer.” Si, así abiertamente. Negocios millonarios relacionados con el petróleo principalmente.

Asimismo, defendió ante la prensa la labor del Príncipe Andrew como embajador comercial del Reino Unido cuando se lo cuestionó sobre su amistad desde 1990 con el empresario estadounidense Jeffrey Epstein, condenado por pedófilo en 2008 por un total de 18 meses. Los comentarios de Hague fueron: “Confío en él plenamente. Ha traído grandes beneficios en los países donde ha representado al Reino Unido”.

Si el director del London School of Economics, Howard Davies se ha visto forzado a dimitir de su cargo por haber aceptado una donación de trescientas mil libras de uno de los hijos de Gaddafi y por cumplir directrices del gobierno británico de asesorar al dictador sobre sus fondos, ¿por qué el príncipe Andrew continúa en sus funciones? Una vez más, la ética aplicada a chivos expiatorios. 

El Reino Unido vende armas a dictadores. Si las cosas cambian, deciden imponerles sanciones o invadir sus tierras. La de los mismos países que ayudaron a armarse o a hacer negocios lucrativos. No para el pueblo, sino para quienes detentan el poder y ahora son considerados criminales, asesinos, genocidas. “Dictaduras de comportamiento inaceptable”, dicen. ¿Qué pasó con las armas vendidas a países como Irak, Afganistán, la misma Libia. Oman y Qatar están en la nueva lista. «Hay que salir del desastre económico», es el pensamiento de Cameron.

El Reino Unido no se sienta a cenar y a hablar de negocios con los terroristas del Ira en su propio país. ¿Por qué lo hace con asesinos en otros países?
Que suerte de democracia y valores democráticos son aquellos que parten de políticos capaces de tal hipocresía. La hipocresía de un político que admite descaradamente frente  a las cámaras de la BBC que hay que seguir haciendo negocios con los asesinos, déspotas, corruptos. Este comportamiento es aceptado como normal. ¿Estaremos tan acostumbrados a que nos vendan la democracia en un paquete de regalo? Cuando en realidad lo que hay dentro es una bomba de tiempo. La bomba de la guerra, la invasión, el hambre, el abuso, los desplazados, la trampa económica en nuestras narices. ¿Democracia?

Lo que se transparenta es más bien un comportamiento cínico, oportunista e imperialista. No sólo falto de ética sino absolutamente inmoral. Casi no veo diferencia entre la mentira cínica de Gaddafi frente a la prensa, cuando alega que los “sublevados” son jóvenes menores de edad que se drogan y están perdidos, y la de Blair en frecuentes reuniones secretas con Gaddafi sobre acuerdos de miles de millones para BP. Más de mil personas han muerto estas dos semanas en manos de Gaddafi, con quien el señor Blair se sentó tantas veces a cenar cómodamente.

Se habla de democracia, pero no se menciona la necesidad de una ética en las relaciones comerciales. La “ética” de los políticos y su manera de llenarse la boca de democracia y libertad. En la BBC, se habla de Libia e inmediatamente con la misma sonrisa se pasa a hablar de la boda del príncipe William. Con la misma sangre fría con que los políticos de turno, Cameron por ahora, negocian durante sus visitas acompañados de un séquito de comerciantes nacionales para vender armas, negocios, «democracia» en el exterior.

El mundo sigue construyéndose sobre bases de intereses, poder, celebridad y dinero. Un mundo de una superficialidad aplastante.
De la misma manera en que los intereses económicos manipulan las decisiones políticas, los políticos mienten a la prensa cuando se los cuestiona directamente sobre esta unión indisoluble. Para eso han sido entrenados. Eso es lo que han aprendido en los cursos universitarios de política. La única formula de éxito, la careta.

Las mentiras de Blair, Cameron, Hague, etc. son más sutiles y menos absurdas, pero no dejan de ser mentiras y engaño. Con ellas la democracia deja de existir para convertirse en una alucinación proyectada ante nuestros ojos cándidos.
Los valores humanos y democráticos son los mismos. Tal vez ya no cuando los cofres nacionales son la única medida para sopesar la necesidad de valores éticos hacia el mundo exterior.

Cuando nadie mira, EE UU y UK entre otros, continúan negociando con dictadores. Si los llamados países democráticos que “dan el ejemplo” tienen una ley para unos y otra para otros algo ha fallado profundamente. Una cosa es segura. No son los electores.

 

Canon e invisibilidad

Las mil omisiones de Babelia (2da parte)

Babelia celebra los mil números, dos décadas de cultura cada sábado en El País. Para ello invita a sus críticos, para que cada uno en su especialidad haga la elección de diez obras fundamentales, editadas en España a partir de 1991. Y luego nos dice: “veinte años que este suplemento ha ido dando las claves de la actualidad literaria y que ahora recogen su esencia en este canon.”

Del griego, canon significa regla norma o modelo. El diccionario de la Real Academia Española 1. Regla o precepto 2. Catálogo o lista. 4. Modelo de características perfectas. Por lo que un canon literario vendría a ser una lista modelo. Obras, como bien dice en el titular del especial 1000, “fundamentales”.

Para que una lista logre representar ese modelo, habría que utilizar un criterio de selección uniformizado. Una regla que contribuya con el objetivo de abarcar, sin limitar, la realidad de la producción literaria dentro de una época, en este caso a partir de 1991, según el canon publicado por Babelia. Asimismo esa regla debería responder a un sistema de recopilación que comience con la selección de sus recopiladores y termine con una primera selección de obras disponibles para su evaluación. Sólo así se llegaría a una lista representativa que alcance un valor y la convierta en canon. Ese sistema simple pero fundamental evitaría cualquier arbitrariedad que pueda desautorizarla.

Las obras aquí recogidas fueron seleccionadas por un total de dieciocho críticos, en quince categorías. Entre dieciocho, apenas tres son mujeres: Rosa Mora para la categoría de novela, Ana Rodríguez Fischer para la de cuento y Victoria Fernández para la de literatura infantil y juvenil (léase sutil estereotipo). De acuerdo con la elección de seleccionadores, Babelia comienza con la limitación de no tener representación de la opinión femenina para doce categorías entre ellas poesía, ciencias, historia, economía o filosofía (léase sutil estereotipo). Si consideramos que la proporción de lectores (incluyendo autores), que leen literatura escrita por autoras es baja, incluso antes de comenzar la selección de obras, Babelia ha pasado por alto la necesidad de una regla de inclusión en los seleccionadores, para llegar a un canon autorizado por su carácter abarcador.

El resultado es elocuente: ¡las obras escogidas por los dieciocho críticos pertenecen a 156 libros de autores y apenas 24 libros de autoras! Es decir, de las obras escogidas como modelo para un canon apenas el 13% han sido escritas por mujeres. Aunque huelgan las palabras, tomar en serio cualquier canon que parte de una selección tan parcial en sus seleccionadores y arbitraria en sus resultados sería ingenuo o en el peor de los casos disparatado. En realidad, las cientos de miles de personas que seguramente saldrán a la calle a comprar los libros de esta lista no son ni lo uno ni lo otro. Simplemente responden al sometimiento del status quo. Sin cuestionamientos, es lo que se les ha dicho durante veinte años. Así debe ser.

A esto se suma otra consideración. ¿No partimos de una arbitrariedad aún mayor, por ser la arbitrariedad generadora, cuando las obras escogidas por las editoriales españolas para su publicación responden a las mismas limitaciones que encontramos en la selección de obras aquí expuestas por Babelia? A lo largo de su trayectoria y su dedicación a la cultura Babelia representa la norma. Una norma que ostensiblemente se apoya en una visión patriarcal. Una visión que repetidamente acepta y promueve la invisibilidad de la mujer y de su papel como artífice de la cultura. Los acepta con su silencio, los promueve con la aparente normalidad en la exigua representación de la mujer en sus páginas, en forma de migajas, de mechada presencia como una guarnición al plato principal.

La construcción de cánones parece tener sólo un propósito, establecer valores impuestos por unos pocos, autonombrados jueces a dictar una norma arbitraria

¿No será que “las claves de la actualidad literaria” que con tanto orgullo Babelia afirma haber dado durante veinte años, son claves de un dominio de la cultura demarcada por límites patriarcales? Para los próximos mil, Babelia haría bien en desbaratar esos límites si pretende de aquí en adelante ser un fiel representante de la Cultura.

 

 

Simone Weil

 

      03/02/1909 – 24/08/1943

Filósofa, activista, mística e investigadora de la religión. Su muerte temprana fue acelerada por la inanición. Apenas publicó algunos poemas y artículos en vida. Gran parte de sus escritos fueron publicados póstumamente. Robert Coles, profesor de Harvard, ganador del premio Pulitzer la consideró una “gigante de la reflección».

Weil nació en París de padres judíos agnósticos que escaparon a la integración de Alsacia-Lorena a Alemania. Tuvo una infancia de confort ya que su padre era médico. Su madre había querido estudiar medicina, pero su padre se lo había prohibido. Por lo que decidió brindar a sus propios hijos la mejor educación. Su único hermano André Weil, se convertiría en uno de los más prominentes matemáticos del siglo XX. Durante toda su vida Simone sufriría de dolores de cabeza, sinusitis y mala salud en general. Su brillantez, su vida ascética y su introversión la convirtieron en una persona poco social. Aunque no evitó que enseñara y participara en movimientos políticos. Escribió exhaustivamente sobre los movimientos en los que participaba y luego sobre su misticismo espiritual, considerado obsesivo por su naturaleza ascética, por otros pensadores incluida Susan Sontag.

Weil fue una estudiante precoz. Dominaba el griego antiguo a los 12 años. Luego aprendió sánscrito luego de leer el Bhagavad Gita. Su interés en otras religiones era universalistas, con la intención de comprender su expresión de una sabiduría trascendente.

Como adolescente estudió en el Lycée Henri IV bajo la tutela de Emile Chartier, más conocido como Alain. En 1928, Weil dio el examen de ingreso para la Ecole Normale Superieure y obtuvo el primer lugar. Su compañera, Simone de Beauvoir obtuvo el segundo. Durante estos años, Weil llamó la atención por sus opiniones radicales. Su mentor la llamaba la “virgen roja” e incluso “la marciana”. Estudió filosofía y obtuvo el diploma en 1931. Weil enseñó filosofía en una escuela secundaria para niñas en Le Puy. La enseñanza fue su empleo principal durante su corta vida.

En 1915, con apenas seis años, no quiso tomar azúcar en solidaridad con las tropas atrincheradas en el frente occidental. En 1919, a los diez años, se declaró bolchevique. Con dieciocho años se involucró en el movimiento de los trabajadores. Escribió folletos políticos, marchó en manifestaciones y luchó por los derechos de los trabajadores. En esta época era marxista, pacifista y gremialista. Mientras enseñaba en Le Puy, se involucró en la actividad política local para apoyar a los desempleados y los trabajadores en huelga, a pesar de la censura de algunas personas.

Escribió sobre temas sociales y económicos, incluyendo Opresión y libertad e innumerables artículos para publicaciones sindicalistas. Estos trabajos criticaban el pensamiento marxista popular y daban una visión pesimista de los límites tanto de capitalismo como del socialismo. Participó en la huelga general de 1933 en Francia, como protesta contra el desempleo y los cortes salariales.  Al año siguiente, se tomó doce meses de licencia de la escuela para trabajar de incógnito como trabajadora en dos fábricas, una de ellas propiedad de la Renault, para estar en contacto con la clase trabajadora. Su mala salud y su fragilidad la forzaron a renunciar luego de unos meses. En 1935, retomó la enseñanza y donó gran parte de su salario a las causas políticas y las causas benéficas.

En 1936, a pesar de su profesar el pacifismo, luchó en la Guerra Civil Española en el lado republicano. Simone Weil se identificaba como anarquista. Luego de quemarse en la cocina dejó España para recuperar en Asís. Continuó escribiendo sobre el trabajo, la gerencia de personal, la guerra y la paz. Luego de presenciar los horrores de la guerra, Weil reveló en su diario su profunda desilusión con las ideologías. Tomó conciencia de que el comunismo llevaba a la formación de dictaduras.

En la primavera de 1937 en Asís, tuvo una experiencia de éxtasis religioso en la misma Iglesia en la que San Francisco de Asís había rezado. Tuvo una revelación más significativa una año después. A partir de 1938, sus escritos se volvieron más místicos e espirituales, mientras conservaban el foco en los temas sociales y políticos.

Se atrajo por el catolicismo pero se negó a ser bautizada, cosa que explica en cartas publicadas en Esperando a Dios. Durante la segunda Guerra Mundial, vivió en Marsella durante un tiempo y recibió orientación espiritual de un fraile dominico, quien más tarde publicaría algunos de los escritos de Weil. Luego de su muerte 16 volúmenes serían editados y publicados por André A. Devaux y Florence de Lussy.

Weil también estudió otras religiones además del cristianismo, especialmente el hinduismo, los misterios egipcios y griegos y el budismo. En 1942 escapando de la ocupación alemana en Francia, viajó a Estados Unidos con su familia. Allí Weil pasó un tiempo en Harlem viviendo con los pobres. Luego fue a Londres y se unió a la resistencia francesa. El duro ritmo de trabajo que adoptó afectó su salud. En 1943 contrajo tuberculosis. A pesar de las recomendaciones de que debía descansar y alimentarse bien, Weil se negó a recibir un trato diferente. En cambio limitó su ración a lo que consideraba los franceses comían durante la ocupación alemana. Al rechazar la comida que se le ofrecía, su salud se deterioró rápidamente, hasta ser internada en un sanatorio en Kent. Weil murió ese verano de insuficiencia cardíaca a los 34 años.

Para muchos la causa de su muerte es un tema polémico. El certificado de defunción decía: “la difunda se mató al negarse a comer mientras que sufría de trastornos mentales”.

Algunos argumentan que se había negado a alimentarse como expresión de solidaridad hacia las víctimas de la guerra. Otros piensan que Weil murió de hambre luego de haber leído a Schopenahur y sus capítulos sobre ascetismo y sacrificio santo.

Simone Pétrement, su principal biógrafa considera que el certificado de defunción estaba equivocado, debido a las cartas de miembros del personal del sanatorio donde fue tratada. En ellas explicaban que Weil había pedido comida varias veces y que había comido días antes de morir. De acuerdo con Pétrement, fue la fragilidad de su salud la que impidió que Weil pudiera alimentarse adecuadamente. Lectures on Philosophy es una compilación de las clases de Weil para sus estudiantes, en las que trata la verdad no desde un punto de vista lógico o científico sino psicológico o fenomenológico.

«Lo que un país llama sus intereses económicos vitales, no son aquellas cosas que permite vivir a sus ciudadanos, sino las cosas que le permiten hacer la Guerra.” S. W.