17/03/1920 – 15/08/1999
Poetisa y cuentista argentina.“Esta voz se vuelve, hoy por hoy, más que nunca preciosa y necesaria: en tiempos de trivialidad y miseria como los que nos rodean, un alivio y una catarsis deslumbrante emergiendo de la basura cultural que tantas veces nos sofoca», escribió Ivonne Bordelois, en el diario La Nación, Buenos Aires,
el 15 de Julio de 1998.
Nació en Toay, La Pampa, Olga Noemí Gugliotta, que más tarde adoptó el apellido de su madre Orozco. Pasó su infancia en Bahía Blanca hasta los 16 años, cuando se trasladó con sus padres a Buenos Aires. En 1937 se graduó como maestra aunque nunca ejerció. En 1938 comenzó la carrera de letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, que abandonó tres años más tarde. Un año antes ya era parte del grupo que colaboraba para Canto, una de las revistas de la Generación del 40, junto a Enrique Molina y Alejandra Pizarnik. También tuvo amistad con Alberto Girri y Norah Lange.
Olga comenzó a escribir antes de saber escribir. Le pedía a su madre que le anotara frases o palabras. Cumplidos los quince años, su madre se las dio a leer. Inició su carrera literaria muy joven, como una de las integrantes del grupo literario surrealista Tercera Vanguardia, al que también pertenecía Oliverio Girondo.
La influencia de los relatos contados por su abuela María Laureana la llevan a desarrollar una poética donde la infancia es una puerta iniciática. Su vínculo con el tarot la inspira a escribir poemas como «Cartomancia» o «Para destruir a la enemiga». Olga convierte en ritual el acto de escribir. Acostumbra escribir con una piedra en cada mano. Una de donde nació su padre, otra de la tierra de su madre y una tercera que le había dado un amigo de la infancia al mudarse de Toay a Bahía Blanca.
Trabajó en el periodismo empleando hasta ocho pseudónimos y dirigió algunas publicaciones literarias. También organizó el horóscopo del diario Clarín durante los años 1968 y 1974.
Su producción poética recibe la influencia de San Juan de la Cruz, Rimbaud, Nerval, Baudelaire, Milosz y Rilke. Lo más importante de su producción se encuentra en los poemarios, que se extienden en un libro de prosas poéticas narrativas: La oscuridad es otro sol (1967).
Su primer libro de poesía fue Desde lejos (1946), pero su segundo libro, Las muertes (1952), centrado en la muerte de varias figuras históricas e imaginarias, incluida su autora, fue el que recibió mayor atención. Además de éstos, Los juegos peligrosos (1962) y un total de nueve colecciones de poesía y varios libros de cuentos y ensayos le significaron premios como el Premio Nacional de Poesía, Primer Premio de Poesía Fortabat, el Premio Gabriela Mistral de la OEA entre otros. En 1981 la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) le otorga el Gran Premio de Honor. Y en 1998 fue galardonada con el Octavo Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, una de las distinciones más importantes en lengua hispánica.
Su obra fue traducida a varios idiomas. Orozco vuelve una y otra vez a ciertos temas, imágenes y palabras sobre el significado de su experiencia, como si leyera del libro de la vida, para darle sus propias interpretaciones. En ellas, descubrimos muchos hechos de su vida, aunque su poesía se centra en lo cósmico más que lo humano. Gira en torno del tema de la muerte y la soledad, expresados con una gran intensidad dramática. Olga Orozco se caracteriza por una inteligencia sutil que le permite una extraordinaria capacidad para recurrir al lenguaje figurado. Desarrolla una imaginación visionaria abundante en expresiones, con la evocación de la niñez y la adolescencia, como temas frecuentes.
En 1965 se casa con el arquitecto Valerio Peluffo que fallece en 1990. De su muerte Olga comenta en su momento:
«Yo asimilo muy poco las muertes, sigo sufriendo como si fueran actuales. Aunque he aprendido un poco a convivir con la ausencia como si fuera una presencia. Eso me sucede con mi marido, pero la muerte de mi madre, hace cuarenta años, es igual que si hubiera sucedido ayer. Tengo una memoria que es enemiga del tiempo y de la muerte, los hace retroceder. Pero al mismo tiempo tengo que llevar permanentemente casas, paisajes, situaciones tristes y alegres, ciudades que he visto, todas viajan en un carro que arrastro en mi espalda como un caracol. Así como uno cree que el pasado influye en el porvenir, creo que el porvenir influye en el pasado. Hay una interacción permanente de tiempos y para esto me ayuda la poesía.”
Como consecuencia de una afección circulatoria debió ser internada durante dos meses para someterse a varias operaciones en el Sanatorio Anchorena de Buenos Aires, donde Falleció a los 79 años de un paro cardíaco.
“Y nada queda en ti, corazón asediado:
apenas si un color, si un brillo mortecino,
si el sagrado mensaje que dejara la tierra entre tus muros,
se pierden, a lo lejos,
bajo un mismo compás idéntico y glorioso como la eternidad.” Olga Orozco
“Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros las tatuaron.
De mi estadía quedan las magias y los ritos” Olga Orozco