Testosterona

              

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Cada día en la radio se habla de acoso, hostigamiento, maltrato, violación, asesinato. ¿Es necesario aclarar quiénes son las víctimas de estas acciones? Estas palabras salen diariamente en las noticias. Si no es en Bogotá, es en Londres y sino en Munich o en… La lista es interminable. Mujeres mayores de 14 años asesinadas en 2003 solamente en 40 países: 63.000. Una cada ocho minutos. Lo que nos lleva a preguntarnos cuántas mujeres sufren repetidas veces por maltrato, acoso, violación, o cualquier otro acto de violencia. Sea callada o abiertamente, la mujer sigue expuesta a la violencia masculina. 

En Radio 3 de la BBC, la semana pasada se dedicó un programa breve al tema del acoso. El argumento se repite: un hombre que no sólo se niega a mudarse de la casa de su ex pareja cuando ésta rompe la relación, sino que con sus actos de violencia la obliga a abandonar su propia casa, su ciudad, su trabajo, sus amigos. Otro que acosa con llamados diarios a su ex pareja de apenas 17 años en casa de sus padres, la espera afuera durante horas, usa el jardín de la familia como gimnasio y no la deja en paz. Estos casos ya son terriblemente angustiantes y amenazadores para la mujer. Y si hablamos de los casos como el de la niña inglesa Madeleine de cuatro años, raptada de su departamento de vacaciones en Portugal y desaparecida hace más de un mes… ¿En qué categoría entra esta noticia? 

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Los medios informan diariamente sobre violencia contra la mujer, además de los actos de violencia que no se imprimen como noticia, sino en la piel silenciosa de sus víctimas. Los medios informan los hechos inauditos como parte del statu quo, la realidad diaria. Una más para escuchar mientras comemos el sándwich a media mañana, o esperamos el último tema de Madonna que viene después, o el aviso del show de George Michael en el estadio de Wembley. Todos los días, tragamos las noticias de violencia contra la mujer con un vaso de vino, una cerveza o un café. Se sabe que ocurrirá. Se espera que ocurra. Lo aceptamos, lo aceptan. Mientras sacudimos la cabeza de lado a lado. Mientras nada se dice sobre el perpetrador.  

¿Por qué no se analiza el problema? ¿Por qué no se va a la raíz para solucionarlo? ¿Por qué no se busca la manera?

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Tal vez la respuesta esté en la reciente invención de la farmacología: el milagroso Viagra (el medicamento para la disfunción eréctil). Mientras que recibimos cientos de emails publicitarios que ofrecen Viagra (y que gracias a la existencia del buzón de correo basura terminan donde deben estar) para la continua sublimación de la potencia masculina, las mujeres siguen siendo víctimas de esa potencia. La testosterona del hombre que controla al mundo según sus necesidades. El desarrollo de productos dirigidos, confeccionados a su medida.  

¿Por qué no se invierte, por el contrario, en el desarrollo de una droga que evite el abuso diario, la noticia diaria, la diaria tortura bajo el tapete, a puertas cerradas, a golpes, a violación conyugal, la muerte de las niñas en manos de animales que se dicen hombres? La droga opuesta al Viagra. La que cancele al animal que no tiene lugar en una sociedad que se dice civilizada. En el siglo XXI, avanzamos con la más sofisticada tecnología aplicada a la ciencia y todos los ámbitos de la vida… ¿para el avance de la civilización?              

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¿No se resuelve el problema de obesidad (cuando no se consigue seguir una dieta) con el grapado gástrico? Por qué no castrar a un pedófilo reincidente o a un violador. La gente obesa no es un peligro para la sociedad y, sin embargo, la medicina tiene una solución para ellos.  

Solamente 23 países en el mundo tienen estadísticas de cuántas mujeres mueren al año por violencia machista. Se sabe que son miles las que mueren. Serán cientos de miles las que sufren maltratos y violencia sistemáticamente. 

La excusa: “la testosterona es parte de nuestra naturaleza”. Bienvenidos al siglo XXI, cortesía del machismo y el silencio institucional “erecto” por el control masculino.

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Un comentario en “Testosterona

  1. Javier

    Hola muy buenas,

    Estoy de acuerdo con el 97% de lo afirmado… Como criminólogo y abogado estudio el fenómeno de la violencia domestica, de género y demás abusos que lamentablemente se ejercen sobre la mujer en el mundo.
    Pero no es la solución en todos los casos (que sí en algunos) la castración, tanto la química como la quirúrgica, el problema más generalizado es la cultura y la educación. Desde la escuela es básico afrontar el problema. Y leyes integrales como la española, por mucho que se critiquen son una manera de comenzar…

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