Terminadas las olimpíadas de Pekín, la prensa del Reino Unido cubre la llegada de los atletas británicos en primera plana:
“El regreso de los héroes”. “Si quieres ser una superpotencia…” “El botín de oro”, “Bienvenida para el orgullo británico”, “Nuestros héroes”, “Lucharon por la gloria en China”.
la 2da Guerra
Esta terminología de guerra (o de piratas) se sigue utilizando en relación al evento mundial considerado único por su capacidad de sustraerse de todo conflicto mundial. Un encuentro de las naciones de todo el mundo en que aun aquellas en conflicto coinciden en un espacio neutral, donde los valores consiguen elevarse: la camaradería, la hermandad para un mundo mejor y pacífico, el espíritu de amistad, la igualdad de oportunidades, la solidaridad, la deportividad y el juego limpio”.
El espíritu de superación y la búsqueda de la excelencia de los atletas que regresan felices por sus éxitos, se traduce a través de la prensa en un espíritu de guerra. Los valores humanos que los juegos olímpicos tienen como esencia se manipulan para convertirlos en un espíritu nacionalista combatiente. Los titulares transforman el carácter positivo de los valores humanos olímpicos en negativo al robar esta energía de superación y darle una nueva forma basada en los valores de poder. El universalismo se vuelve nacionalismo.
Si se trata de que el deporte cree una sensación de bienestar y realización, no es la terminología bélica y la idolatría al triunfalismo de los “héroes” de fondo profundamente patriarcal, la que condice con la esencia olímpica.
Los medios de difusión tienen una responsabilidad por ser una herramienta poderosa que moldea opinión. Difícil asumirla si quienes están al frente de los medios siguen siendo aquellos elementos que continúan promoviendo una visión patriarcal de todos los ámbitos de la vida.
Despojar a los valores humanos de su esencia más valiosa y noble para alimentar nociones patriarcales decadentes es inadmisible. Volvemos a dar un paso atrás, o nunca dimos ese paso hacia delante… Alejandra Guibert